Rufina Santana | DEL ARTE COMO OBJETO? ¿CON QUÉ OBJETO? Texto de Javier Cabrera.
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DEL ARTE COMO OBJETO? ¿CON QUÉ OBJETO? Texto de Javier Cabrera.

07 Sep DEL ARTE COMO OBJETO? ¿CON QUÉ OBJETO? Texto de Javier Cabrera.

Catalogo 2010. Arte y Objetos de Arte

No con una intención concreta, ni con una anticipación prefijada. Tampoco con una claridad consecuente, nunca con un propósito de finalidad. Y sin embargo, las más de las veces, muchas acciones, muchos bocetos, cantidad inusitada de ideas, resultados que no son aquello que nos esperábamos, o no, acaban siendo otra propuesta diferenciada y diferencial de la que en un principio nos habíamos planteado.

O ni siquiera. Sin saber a ciencia cierta por qué impenetrable cuestión, sin entender en su totalidad cuáles son las claves que lo provocan, multitud de imágenes, abundancia suficiente de pensamientos, se otorgan a sí mismos, con una capacidad que escapa al control del propio hacedor, una estructuración que acaba conformando un discurso propio por libre albedrío.

O tal vez más allá. El reconocimiento mero de que no todo puede -o debe- ser mostrado bajo una misma disponibilidad, bajo un enfoque unitario, en el contexto de un todo abarcador, acaba haciéndonos reconocer que el arte, la literatura, la música, la vida misma, acaban siendo otra cosa bien distinta de lo que nuestra intención esperaba.

O vaya usted a saber. ¿Por qué no? El divertimento, al que supongo tenemos derecho por el mero hecho de cuestionárnoslo, provoca, a ciencia cierta, que el escritor, el músico, el artista plástico, el artista en general, sienta la atracción profunda a desviarse del sendero que el discurso aparenta precisar para derivar en derroteros ‘otros’, graciosos las más de las veces, y concluir en objetos -serios, divertidos, trascendentales, inútiles, fofos, ajenos, insulsos, inconclusos, lúdicos, mataperros, despatarrados, y un sin fin de deslices más- que nunca pensamos se generarían del proceso de nuestro trabajo; pero ¡ay!, que una vez concluidos nos hacen insuflar ese fatuo aire de suficiencia por el que el divertimento nos inclina a, simplemente, entender que uno está, además, y también, para pensar cosas serias.

O vaya a saber otro. Los procesos generados por el discurso las más de las veces se nos quedan estrechos, angostos, oscuros, insuficientes, y nos entra la locuaz y dulce insensatez de que más cosas pudieran estar representadas en el trabajo en el que concluimos. Que la densidad de la obra acabada no se sopesa, no se define, por la carga de profundidad con que está llevada a cabo, y que las más de las veces, divertimentos, deslices, fuera de los derroteros del pensamiento profundo, nos hacen entender que otras luces’andan encendidas en otras ventanas, otras voces se pronnucian tras otros visillos, otros sueños se evaporan tras otros…

Y lo que es más, para acabar ¿Por qué insulsa razón habrá de ser todo lo que sale de la mano del que hace arte, también arte? ¿Cualquier objeto habrá de ser arte por estar pensado por un artista? ¿No puede el artista dejar de pensar que todo lo que toca habrá de serlo por tanto y solventar así toda conclusión? Pues no, declaro el derecho al divertimento, al esperpento, al desfase, y sobre todo al propio arte. Si de esta forma no fuera, si de esta guisa no nos pareciera, no nos quedaría otra conclusión que aburrirnos, ante nuestro eterno propio plato de sopa, hasta lo innombrable.

Así pues, me sumo a lo por llegar. Me divierto con Rufina Santana, a costa de Rufina Santana, por Rufina Santana, ante Rufina Santana, bajo Rufina Santana, contra Rufina Santana, por Rufina Santana, y declaro, a fe cierta, que este texto, que nació con pretensión de discurso, como propuesta de análisis, ha acabado traicionándome y, ante todo, traicionándose, y se vuelca convertido en un objeto literario distinto, diferencial, del que nació con una no muy clara intención. ¿Con qué objeto? Simplemente, por celebrar el arte. Así, sin más, me vale. Nos vale.

Javier Cabrera

Las Palmas, Noviembre, 2002.

 

 

 



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